El ser humano durante su existencia tiene que tomar decisiones, pero a veces éstas decisiones tomadas no son las correctas. Muchas vidas han sido marcadas por tomar decisiones apresuradas e incorrectas. Si bien Dios nos ha dado el libre albedrío para decidir lo que queremos, pero, si vivimos desconectados de Dios, siempre habrá el riesgo de fracasar. Antes de continuar veamos que significa el libre albedrío: Es la facultad de obrar por propia reflexión y elección; es decir que Dios nos ha dado la facultad de decidir.
Que nos dice el libro San Juan l5:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mi y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separado de mi nada podéis hacer”.
Si bien, tenemos la facultad de decidir, pero que dice la Palabra “separado de mi nada podéis hacer”, entonces debemos tener en cuenta dos aspectos:
1.-Mayormente las cosas hacemos por sentido común sin tener que tomar una
decisión, ni tampoco necesitamos orar ni preguntar a Dios cómo hacerlo.
2.- Pero, cuando queremos decidir sobre una cosa y nos encontramos en una situación dudosa, necesariamente debemos recurrir a Dios.
Nada bien podremos hacer separados de Dios, cuando se refiere a este segundo aspecto, generalmente la gente recurre a sus talentos, a sus fuerzas, a sus recursos económicos, o al hombre en busca de consejos. Dios nos habla en el libro ( Jeremías 17:5-6 ) Así ha dicho Jehová: “Maldito aquel que confía en el hombre, que pone su confianza en su fuerza humana mientras su corazón se aparta de Jehová” “Será como la retama en el desierto, y no verá cuando llega el bien, sino que morará en las sequedades del desierto en tierra despoblada y deshabitada”.
Pues entonces, con esta advertencia y a la luz de la Palabra no debemos tomar una decisión confiando en el hombre ni en nuestras fuerzas, ni en nuestros talentos, ni en nuestras habilidades, o en nuestras riquezas, porque Dios no permite que confiemos en las cosas creadas por El, ni menos en las cosas creadas o hechas por la mano del hombre.
Dios no quiere ver a sus hijos fracasados, porque la voluntad de El es “Buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2)
QUE ES UNA DECISION?
Decisión es una acción que se toma en una situación dudosa. Las decisiones que tomamos sean correctas o incorrectas son de vital importancia, porque muchas veces determina el curso de nuestra vida. Cuantos casos se ven en nuestras familias, en nuestras amistades, de matrimonios fracasados, de profesionales que no ejercen su profesión por falta de vocación, de comerciantes quebrados , de hermanos que eligen al Señor por emoción; etc. no solamente afecta al presente sino a las generaciones futuras.
Las personas en situaciones dudosas que se hacen estas preguntas: ¿Debo casarme?, ¿Qué carrera debo estudiar?, ¿Debo emprender este negocio?, ¿Me asocio con tal persona?, ¿En qué ministerio debo servir?, ¿Debo hacer éste viaje?, etc. donde embarga la duda . a veces lleva a tomar decisiones incorrectas porque toman las cosas apresuradamente o viven desconectados de Dios. Dios coloca en nuestro ser un sistema de alarma, el cual está programado para lanzar una advertencia cuando estamos corriendo el peligro de tomar una decisión equivocada.
DECISIONES INCORRECTAS
Se llama decisiones incorrectas cuando no interviene la voluntad de Dios. También se llama decisiones permisivas, es decir que uno se permite tomar decisiones por propia cuenta. Las decisiones tomadas sin la voluntad de Dios nunca será el mejor camino; muchas veces habrá consecuencias desagradables.
Tomemos por ejemplo el caso del Rey David (2ª Samuel Cap. 11) que desafortunadamente tomó una determinación que afectaría su vida, escogió lo equivocado; esto lo llevó a varios pecados: de lujuria, adulterio y crimen.
Algunos somos sorprendidos cuando las tentaciones y decisiones nos llama a la puerta. Todos nosotros somos vulnerables porque formamos parte de este mundo caído. A espalda de Dios nunca podremos escuchar el timbre de alarma. El mayor enemigo está dentro de nosotros. Ese Goliat que está en nosotros es el enemigo que difícilmente podremos derrotarlo por nuestra propia cuenta: el orgullo, la autosuficiencia, la soberbia, la arrogancia espiritual. Dios dice:”No con fuerzas ni con ejército sino con mi espíritu ha dicho Jehová de los ejércitos”(Zac. 4:6).
LAS DECISIONES CORRECTAS CONDUCE A LA PROSPERIDAD
Se llama decisiones correctas cuando obramos de acuerdo a la voluntad de Dios, o también llamada la voluntad directiva de Dios; es decir, lo que Dios quiere que hagamos porque en su sabiduría sabe que es lo mejor para sus hijos. (Romanos 12:2).
A través de nuestra vida cristiana sabemos distinguir lo bueno y lo malo. Resulta evidente que Dios quiere que nuestro corazón lo desee a El y no al mal.
En el Antiguo Testamento tenemos a otro varón de Dios llamado José. Si comparamos a José y al Rey David, ambos lucharon con una de las tentaciones más grandes de la vida: El sexo. Uno mantuvo su corazón centrado en Dios y el otro dejó que su corazón fuera arrastrado hacia el mal. Uno se mantuvo firme y otro cayó rotundamente.
En el Capítulo 39 de Génesis encontramos la fascinante historia de José quien supo sobre ponerse a la tentación sexual, tomando una decisión acertada.
En esta historia nos cuenta que la mujer de Potifar quien estaba aburrida porque su marido era un fanático del trabajo, se ausentaba mucho de su casa. Quizá sentía que Potifar estaba más enamorado de su trabajo que de ella. Sea cual fuere la razón se tiró un lance con José, pidiéndole que se acostara con ella…y José tuvo que decidir. Afortunadamente decidió con acierto, no como el Rey David que escogió lo equivocado.
Cuando estudiamos la vida de José vemos claramente una cosa: José comprendía sus propias debilidades y eso era porque se conocía bien. Esto no siempre es fácil de lograr en nuestro medio que vivimos. José analizó lo profundo de su corazón y sabía que había debilidad, por tanto guardaba su corazón celosamente. José se habría identificado con Pablo, una personalidad del Nuevo Testamento. Cuando Pablo contempló a profundidad los rincones de su corazón, fue lo suficientemente honesto como para aceptar lo que encontró: “Yo se que en mi carne no mora nada bueno, aunque tengo el seseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer” (Romanos 7:18-19).
Jesús dijo “Yo he vencido al mundo separado de mi nada podéis hacer”. Si resistimos al diablo, él huirá de nosotros, irán a buscar a los que no le ofrezcan resistencia . Así como el ladrón no entrará en las casas sin árboles , ni a las que tienen buena iluminación , sistema de alarmas, perros, etc.; así también Satanás evita a los cristianos que están preparados para su maligna llegada.
Si tenemos en cuenta todo esto habrá prosperidad en nuestra vida: gozo, paz, felicidad, victoria, se reflejará en nuestra vida el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22). La prosperidad no consiste en llenarse de cosas del mundo, en bienes materiales, riquezas, ni dinero, sino es algo que no se puede comprar con todo los tesoros del mundo. El dinero es bueno cuando lo sabemos usar. Es un buen siervo, obediente y servil para hacer a los gastos; pero, si éste siervo se convierte en amo, usted pasará a ser su siervo y el se convertirá en su dios, terminará adorando al dios Mamón. Si esto le sucede de seguro que ya no podrá servir al Señor, porque nadie puede servir a dos amos. (Mateo 6:24).
martes, 31 de julio de 2007
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